Horacio Quiroga

Cuando leí La gallina degollada, un cuento de Horacio Quiroga, me quedé un poco sorprendido por su crudeza final. Recordaba de la biografía del autor que habia llevado una vida trágica pero de una forma vaga. Posteriormente tuve ocasión de estudiar los detalles de esas tragedias, entonces fue cuando entendí el cuento de La gallina degollada. Y es que la vida de Horacion Quiroga es una enumeración de suicidios y muertes accidentales. Hago un breve inventario de ello.

Cuando tenía dos meses y medio su padre llegó de una cacería con un rifle. El rifle se le disparó delante de su mujer y su niño causándole la muerte. Volvió a casarse su madre, pero su padrasto, con el que parece que mantenía buenas relaciones, se suicidó cuando Horacio tenía 17 años. En 1902 hizo de padrino en un duelo de un amigo suyo, Federico Ferrando, pero el duelo no se llegó a celebrar porque a Horacio se le disparó la pistola mientras la inspeccionaba y mató a su amigo. Por supuesto que nuestro autor se casó y, claro está, su mujer se suicidó.

¿Cómo murió Horacio Quiroga? Supongo que ya lo habrá adivinado el que no lo sepa: Se suicidó. Concretamente ingirió cianuro cuando le diagnosticaron un cáncer. A los poco meses de su muerte, su hija mayor, Eglé se suicidó y en años posteriores hace lo mismo su segundo hijo.

Sus amigos Leopoldo Lugones y Alfonsina Storni se suicidaron al año de la muerte de Quiroga.

Por suerte, mientras escribo esto no tengo ninguna pistola en mi casa. De todas formas, en previsión de lo que pueda ocurrir, he decidido cambiar de tema y pasarme a otros apartados de este diccionario. Por lo que pueda ser, los días en que uno está deprimido es mejor no leer a Horacio Quiroga. Más que nada, para evitar ciertas ideas...


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